Elemento comercial en
las Colonias Griegas de la Magna Grecia.
Ya hemos visto en
entradas anteriores como la colonización griega en la Magna Grecia
tiene un primer objetivo como enclave autónomo para lo que necesita
de una tierra que sustente una actividad agraria básica. Sin
embargo, parece que el comercio es un elemento inherente a la cultura
griega y por ello se desarrolló también en un momento temprano. Si
bien comentamos como determinadas colonias meridionales poseían un
importante factor de control sobre las tierras fértiles que
obtuvieron de la expulsión de los indígenas, lo cierto es que
también supieron ubicar sus enclaves en torno a rutas comerciales
importantes tanto terrestres (Síbaris, Siris) como marítimas
(Locris, Tarento).
La clave de estas
colonias radica en la dificultad que suponía en estos momentos (s.VI
-V a.C.) navegar por el Mediterráneo y la obligación de los
comerciantes que viajaban desde Grecia hacia Occidente y viceversa,
de entrar en estas áreas controladas por dichas ciudades. Si bien es
cierto que será Sicilia la isla donde se realice la actividad más
dinámica en cuanto a intercambio de mercancías y la que funcionará
como centro redistribuidor de todo tipo de productos en el Occidente
Mediterráneo, cabe decir que queda supeditada a la ruta corintia que
alcanzaba desde la Grecia Continental la costa Oriental de Italia
(Garcia Alonso, F. 2004).
Pese a que este comercio
marítimo es el que más llama la atención y más ha centrado la
investigación de los estudiosos, existe otro comercio local, como
sabemos, que era igualmente importante. En el caso de las colonias
meridionales, este comercio se realizaba entre ellas y con los
nativos que habitaban previamente el territorio. En realidad, según
las fuentes tradicionales no fueron buenas las relaciones iniciales
entre nativos y griegos dada la expulsión de los primeros de sus
lugares tradicionales de habitación en favor de los colonos. Esto
ocurrió con Tarento, por ejemplo, pero las fuentes también nos
indican como los indígenas pactan con los incursores quizás movidos
por el miedo, como es el caso de Locris (donde los indígenas
comparten la tierra a explotar a perpetuidad).
Sin embargo, los datos
que se han ido recopilando durante años atestiguan otro tipo de
relaciones. En un aspecto cultural mencionaremos el caso de los
nativos yapigios que, influenciados precisamente por la colonia de
Tarento, adoptan el alfabeto laconio (en el que introducen elementos
de su propia lengua) y, años después veremos como este alfabeto con
rasgos indígenas propios de una influencia lingüística aparecen en
territorio puecetio y daunio en el siglo V a.C. Si bien no es un
intercambio comercial es un elemento cultural que enriquece a estos
pueblos y que es, sin duda, digno de mención. En un plano más
material, por el contrario, se han testimoniado restos de cerámica
yapigia en Síbaris in pasto,que
deja testimonio de una producción local. Según Guzzo, los restos
materiales indígenas que han sido hallados y proceden de esta
cultura enotria deben ser interpretados como la absorción de mano de
obra indígena para tareas agrícolas y no como un intercambio de
cerámicas que son traídas desde otros lugares (Dominguez Monedero,
A. 1991). Son producciones locales fabricadas por indígenas que
viven en el lugar (quizás bajo dominio griego, quizás como
esclavos).
En
el caso ya mencionado de Locris, que tiene lugar en un contexto
“consensuado” con los nativos, se aprecian una serie de usos
sículos que son adoptados por la población locria. Prueba de ello
son las pruebas atestiguadas hacia el año 700 a.C. Sobre griegos que
decoran cerámicas para los indígenas (tanto en Locris como en
Sicilia). Este puede ser un ejemplo de cómo los griegos proveen a
los indígenas de una cerámica con la que no están familiarizados
hasta que la elaboran de manera autónoma. De esta forma se nos
presenta Apulia como un centro nativo independiente que desarrolla su
propia cerámica adornada con elementos geométricos de clara
influencia helena (Escohotado, A. 1999). Por otro lado se han
encontrado infinidad de vasijas de bronce de tipo espartano y que
quizás ilustrara un comercio con etruria. O quizás puede que
hubiera una serie de emplazamientos indígenas distribuidos más
hacia el norte de la península itálica con pequeños grupos
artesanales griegos (al más puro estilo fenicio). Sobre todo ello
intentaré profundizar en entradas posteriores.
DE
HOZ, J. (2005) Monumentos
de la lengua mesápica y los problemas de edición de inscripciones
en lenguas fragmentarias atestiguadas.
Cuadernos de filología clásica: Estudios griegos e
indoeuropeos, ISSN 1131-9070, Nº 15, págs. 225-236
DOMINGUEZ
MONEDERO, A (1991) Los
griegos en Occidente y sus diferentes modos de contacto con las
poblaciones indígenas.
Cuadernos de prehistoria y arqueología. ISSN
0211-1608, Nº 18, págs. 149-178
ESCOHOTADO
A.; BALSEIRO M. (1999) Los griegos en Ultramar: comercio y
expansión colonial antes de época clásica. Ed. Alianza,
Madrid.
ESPADA
RODRIGUEZ J. (2012) La expansión fenicia y la colonización
griega:puntualidades y similitudes de dos procesos de
interculturalidad en el Mediterráneo Arcaico. POLIS. Revista de
ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica 24, pp. 7-22.
Valencia.
GARCIA
A.; MURILLO G. (2004) Protohistoria, Pueblos y culturas en
el Mediterráneo entre los siglos XIV y II a.C.
Ed. UB, Barcelona.
VAQUERIZO
GIL, D.(coord.) (1994) Arqueología de la Magna Grecia,
Sicilia y la Península Ibérica.
Ed. Egartorre Libros, Córdoba.
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