La colonización griega
como se ha venido estudiando tradicionalmente fue un proceso de
trasbase de población desde sus lugares de origen hacia unos nuevos
emplazamientos coloniales. Este movimiento poblacional se ha
asimilado con una crisis del equilibrio entre recursos y población
que ponía en peligro la subsistencia del enclave originario. Otras
hipótesis apuntan hacia la apertura del espectro comercial, el
interés por dominar puntos estratégicos del Mediterráneo o como un
trasbase de población pero, a diferencia de la teoría de los
recursos desde una óptica que contemplaba una evolución social
insostenible desde el punto de vista de la propiedad de la tierra.
Lo que está claro desde
un primer momento es que la nueva fundación necesita una base
jurídico legal que enmarque la nueva situación social así como un
área que crezca bajo su control y asegure o, mejor dicho, provea a
la colonia de la base económica que la sustente. Tomando prestada la
postura marxista para desarrollar una actividad comercial es
necesario un excedente (algo que ellos renombran como
sobreproducción) que representa la superación de una
agricultura de subsistencia y la disponibilidad de materia prima con
la que iniciar una actividad comercial o de intercambio. Me apoyo en
esta idea para presentar las colonias orientales de la Magna Grecia
peninsular, colonias que presentan desde inicio una base totalmente
agraria y que priorizaron, como es el caso de Sybaris, Crotona y
Metaponte, la disponibilidad de una gran llanura fértil. Esto
tampoco es representativo de la renuncia a una actividad económica
dado que estas ciudades controlaban las rutas comerciales interiores.
Tal es el caso de Sybaris (conectada con Scidrus, Sirinus y Laus) o
Siris (en contacto con el comercio del Mar Tirreno).
Por otro lado, tal y como
atestiguan las fuentes, las zonas fértiles y prósperas suelen estar
ocupadas por una población nativa preexistente a la llegada de los
griegos. Como es lógico, se darán numerosas situaciones que van
desde un desplazamiento de estas poblaciones y su repliegue hacia
zonas más interiores en favor de los pobladores griegos como es el
caso de Locris (con su decreto de expulsión de los indígenas) hasta
la convivencia con un emplazamiento indígena cercano tal y como
ocurre en Tarento (con un emplazamiento yapigio próximo). Pese a
desplazar o convivir con comunidades indígenas vecinas, es habitual
tratar de asegurar al máximo la zona que te abastece y estimular su
actividad económica en la medida de lo posible. Por ello, numerosas
colonias de la Italia meridional tienen una serie de poblaciones
subsidiarias. En el caso de Tarento es Satyrum, en el de Locri Medma,
Hiponio y Metuaro (que además afianzaban las rutas comerciales) y en
el de Crotona, Caulonia.
Estos enclaves además,
con la llegada de los elementos más comerciales permitían un flujo
de productos que eran demandados por toda la Magna Grecia y que,
mediante la articulación de este espacio permitían que llegaran a
todos los pobladores que las reclamaban.
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